
Casi una obra de arte convertida en todo un clásico de la hostelería santanderina. La Bodega del Riojano ocupa un inmueble que data nada menos que del siglo XVI, y en un enclave ideal como es el corazón de la capital cántabra, en la parte antigua de la ciudad, en torno a la cual se creo lo que hoy conocemos como Santander. De entre las especialidades de la Bodega del Riojano, cabe destacar las excelentes tablas de ibéricos, la ensalada ilustrada, el puding de cabracho, los callos a la riojana, la asadurilla de lechazo, las croquetas de bacalao, los caracoles a la riojana, la marmita de cachón y el chuletón a la piedra. Además, como buena bodega, no podían faltar una gran variedad de vinos que van desde el cosechero hasta los grandes reservas de las principales marcas. |
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